viernes, 24 de mayo de 2013

¡No me cuenten milongas!



Leo, sorprendido, una noticia que no pensaba que podría pasar en pleno siglo XXI: "La Guardia Civil detuvo el miércoles al expresidente del Club Deportivo Castellón, en la localidad de Magallón (Zaragoza) por un presunto delito de allanamiento de morada al asaltar la vivienda de una pitonisa para recuperar más de 145.000 euros que le pagó a cambio de un conjuro de amor que, al parecer, no funcionó."

No sólo la noticia en sí es sorprendente sino incluso la duda que parece acudirle al /la periodista (N. S.) que la suscribe cuando dice que "al parecer, no funcionó". Creo que deja abierta la puerta a la posibilidad de ¡que hubiera podido suceder!.  Las creencias son libres, pero dado que esto es posible puedo comprender el amplio negocio que debe suponer la introducción de productos milagro.  Yo creía que estaban ya desterrados aquellos buhoneros y charlatanes que con sus tratamientos "curalotodo" embaucaban a la población y vaciaban sus bolsillos por pociones mágicas y artilugios esotéricos sin ningún fundamento.

En estos momentos con la llegada del verano y la obsesión general por perder peso, se multiplican en la red, revistas y otros medios los anuncios sobre productos adelgazantes que prometen un cuerpo 10 sin dejar de comer, sin hacer ejercicio y sin realizar ningún tipo de esfuerzo. Son plantillas, cremas, pastillas y promesas en todo tipo de formatos que "garantizan" la perdida rápida de kilos en días o semanas. 


Y si por si fuera poco no les faltan fotos del antes y después. Viejo recurso que sirve para avalar los pretendidos resultados,  como los ofrecidos por este jabón "limpia grasa" de finales del siglo XIX o cualquiera de los anuncios que podríamos recuperar del presente.












Del dibujo al "photoshop" los engaños siguen siendo los mismos aunque la sofisticación de las imágenes y los visos de realidad van en aumento.





La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) nos ofrece algunas pistas para poder identificar un producto milagro relacionado con la alimentación y las dietas que sin duda van a florecer con el mes de mayo. Atención pues a:

Prometen resultados rápidos, asombrosos o "mágicos”.

Prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos.

Contienen listados de alimentos buenos y malos.

Exageran o distorsionan la realidad científica de un nutriente o alimento.

Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.

Incluyen relatos, historias o testimonios para aportar credibilidad.

No requieren la participación de profesionales sanitarios cualificados.

Incluyen o se basan en el consumo de preparados (productos dietéticos o similares) que vende quien promueve el tratamiento y que tienen un coste elevado.

Utilizan afirmaciones que sugieren que el producto es seguro, ya que es "natural".

Garantizan resultados, llegando a prometer “devolver el dinero” si no funciona.

Sus conclusiones y recomendaciones están basadas en un único estudio, o en estudios poco fiables (en muestras no representativas, realizados en animales, estudios sin revisión, “in vitro”…).

Suelen desligarse de los posibles efectos adversos de su uso.


La emisión de publicidad de productos milagro contraviene la Ley General dela Comunicación Audiovisual, la Ley General de Publicidad y, en particular, una norma, el Real Decreto1907/1996: “Queda prohibida cualquier clase de publicidad de productos, materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria”, asegura antes de detallar un interminable listado de cosas que no se pueden decir en los anuncios. En muchos casos, además, las emisoras incumplen la prohibición de emitir en horario infantil anuncios de artículos “que promueven el culto al cuerpo y el rechazo a la autoimagen”.


Yo creía superadas esta ideas pero tras la lectura de la noticia de la pitonisa y el conjuro de amor por el el módico precio de 145.000 euros que aludía al principio creo que no está de más volver a recordar que muchos ciudadanos están expuestos a los nuevos charlatanes del siglo XXI. Las noches televisivas se han convertido en un territorio fértil para que crezcan los echadores de cartas, los crupieres catódicos y la teletienda de los productos milagro. Los astrólogos cuentan con un importante agujero de la Ley General de Comunicación Audiovisual que les permite ser considerados como un show más y al no estar considerados como un espacio de televenta, no tienen ni restricciones, ni límites, ni sanciones. España es el único país de su entorno que permite esta situación: en toda Europa existe un marco legal específico que los enmarca como televenta o bien los prohibe directamente (Rumanía y Bélgica). Es importante proteger a la población más susceptible de caer en estos engaños y aprovechamientos. Así como en los relacionados con los productos milagro.
Cada vez hace más falta que los colectivos profesionales a los que pueden tener relación con estas prácticas seamos más proactivos y no dejemos de denunciar la poca ética, profesionalidad e incluso temeridad que pueden provocar. ¡No me cuenten milongas!
Si bien la milonga es un término coloquial para referirse a una mentira, no olvidemos que es un género musical folklorico rioplatense. Yo lo conocí a través de Maria Dolores Pradera (no se si será el más emblemático) y su interpretación de Milonga sentimental.





2 comentarios:

  1. No solo no me sorprende, sino que me parece algo esperable. No sé en otros lugares, pero en Madrid hay desde hace varios años una enorme proliferación de "grandes videntes", generalmente africanos, que si de verdad hicieran lo que prometen, deberían ser inmediatamente contratados por el SNS y las consejerías de salud, pues solucionan la diabetes, las hepatitis y otras muchas más enfermedades. Pero su especialidad es, en efecto, todo lo relacionado con los problemas del amor y el trabajo. He estado tan tentado de ir alguna vez, a ver cómo enfocan el asunto...

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  2. Aparte de tus artículos (que la mayoría de veces me gustan mucho, jejeje) los vídeos musicales me llegan al alma.

    Gracias.

    Reyes.

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