martes, 23 de octubre de 2018

De frutas, verduras y pesticidas.


Las frutas, verduras y otros vegetales son alimentos necesarios en nuestra dieta que vienen avalados por sus ventajas saludables, pero tampoco se libran de la posibilidad de poder exponernos a algunos riesgos. Desde hace años Enviromental Working Group (EWG), organización ecologista norteamericana, anuncia que doce alimentos vegetales son los más contaminados por pesticidas conformando la lista “The Dirty Dozen” (la docena sucia). En el listado elaborado en 2018 para su EEUU,  han copado los primeros puestos las fresas, espinacas y las nectarinas pero claro está que, al leerlo, he querido saber que pasa en España.

Me ocupa y preocupa el asunto por que, lógicamente, hacemos muchas recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia sobre la realización un alto consumo de vegetales y, si no afinamos un poco, podríamos encontrarnos con alguna sorpresa. 

Cosechas de todo tipo son fumigadas cada temporada con plaguicidas y estos pueden contaminar el suelo, el agua, el aire y la fauna silvestre. Pero quizás, algo muy relevante que debemos saber es que residuos invisibles de los pesticidas quedan en los alimentos y por esta vía pueden llegar a los consumidores.

Actualmente, existen casi 500 sustancias activas autorizadas para su uso como plaguicidas en Europa. El Reglamento 1107/2009 de plaguicidas establece los criterios para autorizar su comercialización y uso en la Unión Europea y prohíbe expresamente el uso de sustancias activas.

Las autoridades sanitarias controlan mediante análisis la presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos. Según el informe de la UE de 2016el 50,7% de las muestras analizadas estaban libres de residuos cuantificables (niveles de residuos por debajo del límite de cuantificación), mientras que el 45,5% de las muestras analizadas las muestras analizadas contenían residuos cuantificados que no excedían los niveles máximos de residuosLa evaluación del riesgo dietético indicó que la probabilidad de que los ciudadanos europeos se expusieran a niveles de residuos de pesticidas que pudieran llevar a resultados de salud negativos era baja.

No obstante ello hemos de recordar que algunos plaguicidas como los disruptores endocrinos pueden ocasionar efectos incluso a dosis muy bajas, pero además:
  • el embarazo, infancia y adolescencia son etapas de especial vulnerabilidad a estas sustancias.
  • los efectos adversos no disminuyen necesariamente con una menor exposición.
  • los efectos de la exposición pueden actuar de forma aditiva o sinérgica.
  • los efectos pueden tener un periodo de latencia, se ven años después de la exposición.
En los alimentos españoles según el último análisis AECOSAN referido a 2016, se encontraron residuos de plaguicidas en la mitad de las muestras de frutas y verduras pero sólo en un 4,4% (66/1491) con residuos por encima del LMR. Ninguna de ella se correspondió con alimentos de producción ecológica.

Y ¿cuales han sido los alimentos con más residuos? Ecologistas en acción nos lo resume en su informe Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores. Ed. 2018. La siguiente tabla es muy ilustrativa: 
Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores. Ed. 2018.
Y ¿como podemos disminuir nuestra exposición a los plaguicidas? Tres ideas básicas:
  • Elijamos alimentos de temporada, locales y sin plaguicidas. Los alimentos ecológicos puede ser una adecuada alternativa.
  • Lavemos la fruta y la verdura con agua corriente. No sirve sólo ponerlas a remojo.
  • Pelemos la fruta y la verdura para su consumo.
Como vemos cada año pueden haber diferentes alimentos, independientemente del tipo de agricultura utilizada, involucrados en este listado según los residuos que se busquen, por lo que recurro a la ingeniosa contestación que da mi amiga Mar Risco cuando le comentan que no podemos comer de nada: “comer de todo, de forma variada y equilibrada, es la forma de tomar cada contaminante en su justa cantidad”. Salud
 





miércoles, 10 de octubre de 2018

Cabe seguir mejorando los comedores escolares



El comedor en los centros educativos debería ser capaz de atender con garantías:
  • la adecuada nutrición con menús saludables variados, completos y sin excesos
  • la educación gastronómica, alimentaria y de hábitos relacionados, es decir del comportamiento alimentario
  • la socialización de tareas y compartición de la comida (colaboración y convivencia)
  • la corrección de las desigualdades sociales de los comensales (equidad y solidaridad).
Todo ello en un tiempo y espacio que debe ser prolongación del hecho educativo y que debe tener vocación de fomentar la autonomía del alumnado. La educación y menús ofertados deben ser complementarios y complementados en el hogar. La alimentación de los escolares en el comedor es una tarea compartida que debe co-responsabilizar a todos quienes forman la comunidad escolar.


Por ello las pautas que rigen la oferta alimentaria en los comedores deben ser claras y atender a todos los actores que envuelve. Los conocimientos nutricionales, la cultura gastronómica, la estructura del momento alimentario, las normas de higiene, los gustos de la población infantil, los precios de los menús, los desperdicios de comida, el cocinado para grandes grupos y un largo etcétera de factores deben ser tenidos en cuenta en su planificación e implementación. Es necesario un cuidadoso equilibrio entre las partes para asegurar ejes básicos e importantes como: educación, salud, socialización, sostenibilidad y equidad. 

El pasado 3 de octubre de 2018 se presentó en la Comunitat Valenciana una nueva propuesta alimentaria para los menús de los comedores escolares de su ámbito territorial. La anterior databa de 2007. Y en esta década, las evidencias sobre nutrición han puesto algunos acentos en grupos y situaciones diferentes que deben ser incorporadas y por otra parte, debe frenarse la paulatina desviación en el patrón alimentario mediterráneo a la que está asistiendo nuestra población. Así que con esta guía se propone dar media vuelta de tuerca para ajustar los principios de una dieta saludable y sostenible en el comedor escolar.


Descarga la Guía 2018
¿Qué aportaciones incorpora? 

Los cambios producidos en las nuevas orientaciones de 2018 modelan la alimentación de los escolares al incorporar una mayor cantidad de alimentos vegetales (leguminosas, verduras y hortalizas y frutas); al disminuir la presencia de alimentos de origen animal (carnes y transformados); al corregir la excesiva oferta de cereales, patatas y productos procesados (masas y pastas), y  al recomendar la presentación de sus versiones integrales. 

Además posibilita incluir (de forma no obligatoria), al menos, una comida semanal sin proteína animal. También se asumen en las recomendaciones, las orientaciones sobre aquellos pescados que por su contenido en mercurio deben limitarse en estas edades.



Todas estas frecuencias se hacen desde el posicionamiento de seguir una dieta mediterránea, del uso de productos de proximidad y de la introducción de alimentos ecológicos amparada por el Decreto de fomento de una alimentación saludable y sostenible en centros de la Generalitat Valenciana que ya comentamos en otro post. Este decreto puede ser una estrategia a la aproximación de la producción agrícola al consumo en los comedores escolares y parece ser que esta es una linea bastante poco explorada en el estado español como se recoge en un artículo publicado en 2017, en Gaceta Sanitaria que apenas estima en un 3% las iniciativas de este tipo sobre un muestra de 318 comedores escolares.
Esperamos que sea un pequeño paso hacia delante que lógicamente requerirá de nuevos ajustes en un periodo de tiempo prudente. La realidad de los comedores escolares a veces deja mucho que desear basta recordar una entrada de este blog. Así que aunque moderadamente satisfechos por algunos cambios ya conseguidos no podemos caer en la autocomplacencia y pensar que ya tenemos ganada esta parcela de actuación. En los comedores escolares aún tenemos mucho margen de mejora.