Las frutas, verduras y otros vegetales son alimentos necesarios en nuestra dieta que vienen avalados por sus ventajas saludables, pero tampoco se libran de la posibilidad de poder exponernos a algunos riesgos. Desde hace años Enviromental Working Group (EWG), organización ecologista norteamericana, anuncia que doce alimentos vegetales son los más contaminados por pesticidas conformando la lista “The Dirty Dozen” (la docena sucia). En el listado elaborado en 2018 para su EEUU, han copado los primeros puestos las fresas, espinacas y las nectarinas pero claro está que, al leerlo, he querido saber que pasa en España.
Me ocupa y preocupa el asunto por que, lógicamente, hacemos muchas recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia sobre la realización un alto consumo de vegetales y, si no afinamos un poco, podríamos encontrarnos con alguna sorpresa.
Cosechas de todo tipo son fumigadas cada temporada con plaguicidas y estos pueden contaminar el suelo, el agua, el aire y la fauna silvestre. Pero quizás, algo muy relevante que debemos saber es que residuos invisibles de los pesticidas quedan en los alimentos y por esta vía pueden llegar a los consumidores.
Actualmente, existen casi 500 sustancias activas autorizadas para su uso como plaguicidas en Europa. El Reglamento 1107/2009 de plaguicidas establece los criterios para autorizar su comercialización y uso en la Unión Europea y prohíbe expresamente el uso de sustancias activas.
Las autoridades sanitarias controlan mediante análisis la presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos. Según el informe de la UE de 2016, el 50,7% de las muestras analizadas estaban libres de residuos cuantificables (niveles de residuos por debajo del límite de cuantificación), mientras que el 45,5% de las muestras analizadas las muestras analizadas contenían residuos cuantificados que no excedían los niveles máximos de residuos. La evaluación del riesgo dietético indicó que la probabilidad de que los ciudadanos europeos se expusieran a niveles de residuos de pesticidas que pudieran llevar a resultados de salud negativos era baja.
No obstante ello hemos de recordar que algunos plaguicidas como los disruptores endocrinos pueden ocasionar efectos incluso a dosis muy bajas, pero además:
- el embarazo, infancia y adolescencia son etapas de especial vulnerabilidad a estas sustancias.
- los efectos adversos no disminuyen necesariamente con una menor exposición.
- los efectos de la exposición pueden actuar de forma aditiva o sinérgica.
- los efectos pueden tener un periodo de latencia, se ven años después de la exposición.
En los alimentos españoles según el último análisis AECOSAN referido a 2016, se encontraron residuos de plaguicidas en la mitad de las muestras de frutas y verduras pero sólo en un 4,4% (66/1491) con residuos por encima del LMR. Ninguna de ella se correspondió con alimentos de producción ecológica.
Y ¿cuales han sido los alimentos con más residuos? Ecologistas en acción nos lo resume en su informe Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores. Ed. 2018. La siguiente tabla es muy ilustrativa:
Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores. Ed. 2018. |
Y ¿como podemos disminuir nuestra exposición a los plaguicidas? Tres ideas básicas:
- Elijamos alimentos de temporada, locales y sin plaguicidas. Los alimentos ecológicos puede ser una adecuada alternativa.
- Lavemos la fruta y la verdura con agua corriente. No sirve sólo ponerlas a remojo.
- Pelemos la fruta y la verdura para su consumo.
Como vemos cada año pueden haber diferentes alimentos, independientemente del tipo de agricultura utilizada, involucrados en este listado según los residuos que se busquen, por lo que recurro a la ingeniosa contestación que da mi amiga Mar Risco cuando le comentan que no podemos comer de nada: “comer de todo, de forma variada y equilibrada, es la forma de tomar cada contaminante en su justa cantidad”. Salud