Este pasado martes y 13 de diciembre, día en el que ni debemos casarnos ni embarcarnos, fue el día límite para que se hiciera efectiva la obligatoriedad del etiquetado nutricional para la mayoría de los alimentos transformados. La última disposición que quedaba por ponerse de largo del Reglamento (UE) 1169/2011 sobre información alimentaria facilitada al consumidor.
Lo dicho, el día en el que algunos no quieren comprometerse es paradójicamente el día del etiquetado nutricional, un buen maridaje entre consumidor y nutrición. Cierto es que muchos productos han ido adaptándose poco a poco a este menester y es el consumidor quién debe ser capaz de leer y exprimir las etiquetas en su favor. En otro post ya comentamos aspectos varios de esta información pero en esta entrada vamos a centrarnos en dos: el listado de ingredientes y el etiquetado nutricional.
En el etiquetado de los alimentos envasados figura la lista de ingredientes que componen el alimento, incluidos los aditivos y los aromas. Estos ingredientes se ordenan según la cantidad que tiene el alimento, en orden decreciente, es decir de mayor a menor.
Los aditivos que contiene se nombran por la función que realizan seguido bien del número de identificación (E- ???) bien por su nombre químico. Si alguno de los ingredientes causan alergia o intolerancia quedarán adecuadamente resaltados (letra negrita, diferente fondo, etc.). Las grasas refinadas de origen vegetal o aceites refinados de origen vegetal, deben indicar el origen específico del vegetal (oliva, girasol, soja, maíz, cacahuete, colza, palma, palmiste, coco, etc.). Las grasas o aceites hidrogenados, también deben indicar si están total o parcialmente hidrogenados.
Los alimentos que contengan o estén compuestos por organismos modificados genéticamente (OGM) o se hayan producido a partir de OGM o contengan ingredientes producidos a partir de OGM, se indicará en el etiquetado “modificado genéticamente” o “Producido a partir de… (ingrediente modificado genéticamente)”.
¿Para que nos puede servir el listado de ingredientes? Este listado nos permite saber qué contienen los alimentos y puede ayudarnos a eliminar de la dieta alimentos que contengan algunos ingredientes que no deseamos que estén en nuestra dieta:
- porque nutricionalmente queremos evitarlos (grasa animal)
- porque éticamente pensamos que mejor no debemos usarlos (aceite de palmiste)
- porque no los toleramos o nos dan alergia (gluten, leche…)
- porque nos permiten elegir entre dos productos similares.
Etiquetado de dos marcas de "rosquilletas con pipas" (barritas de pan crujiente con semillas de girasol):
De entrada podemos ver que el producto de la etiqueta roja ha sido producida con una grasa menos saturada, que su contenido en semillas es ligeramente menor y que contiene algo de azúcar que la inferior. Pero ¿cual es su contenido nutricional?
En general el etiquetado nutricional suele encontrarse en formato de tabla con las cifras en columnas. Pero cuando el espacio de la etiqueta es limitado se permite (encontraremos) su presentación en formato lineal.
Los nutrientes que, a partir del pasado martes y 13, han de declararse de forma obligatoria en el etiquetado nutricional con sus cantidades son el valor energético, las grasas, las grasas saturadas, los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y la sal. La información nutricional se realiza "por 100 g o por 100 ml" del alimento o bebida y este dato es lo que nos va a permitir comparar distintos productos semejantes.
El contenido de sodio ha desaparecido. La información nutricional obligatoria ya no debe indicar el sodio, sino que el etiquetado declara el contenido alimentario de sal. Nos ahorrarán un cálculo mental (Na x 2,5= sal) Bueno, si el contenido de sal se debe a la presencia de forma natural de sodio en el alimento exclusivamente, podrán añadir cerca de la información nutricional, una mención que lo indique. Por ejemplo:
En ocasiones, la información nutricional puede ser más amplia, ya que de manera voluntaria, puede completarse con las cantidades correspondientes a una o varias de las siguientes sustancias: ácidos grasos mono-insaturados, ácidos grasos poli-insaturados, poli-alcoholes, almidón, fibra alimentaria, o cualquier vitamina o mineral de las representadas en la tabla siguiente y que esté presente en cantidades significativas.
Y ¿a qué alimentos se aplica el etiquetado nutricional? En principio los operadores son libres (para ponerlo en todo) de indicar la información nutricional completa, pero existe un largo listado de productos que han quedado excluidos de dicha obligatoriedad:
Productos sin transformar (o los transformados curados) que incluyen un solo ingrediente o categoría de ingredientes; aguas para el consume humano (con o sin anhídrido carbónico o aromas); plantas aromáticas; especias; sal y sucedáneos; edulcorantes de mesa; productos relacionados con el café y la achicoria, infusiones de hierbas y frutas, vinagres fermentados, aromas, aditivos alimentarios, coadyuvantes tecnológicos, enzimas alimentarias, gelatina, compuestos para espesar la mermelada, levadura; gomas de mascar, alimentos que vienen en recipientes menores de 25 cm2, alimentos elaborados artesanalmente suministrados en pequeñas cantidades y bebidas alcohólicas. Los complementos alimenticios, las aguas minerales naturales y aquellos productos alimenticios destinados a una alimentación especial disfrutan de otras disposiciones específicas.
Productos sin transformar (o los transformados curados) que incluyen un solo ingrediente o categoría de ingredientes; aguas para el consume humano (con o sin anhídrido carbónico o aromas); plantas aromáticas; especias; sal y sucedáneos; edulcorantes de mesa; productos relacionados con el café y la achicoria, infusiones de hierbas y frutas, vinagres fermentados, aromas, aditivos alimentarios, coadyuvantes tecnológicos, enzimas alimentarias, gelatina, compuestos para espesar la mermelada, levadura; gomas de mascar, alimentos que vienen en recipientes menores de 25 cm2, alimentos elaborados artesanalmente suministrados en pequeñas cantidades y bebidas alcohólicas. Los complementos alimenticios, las aguas minerales naturales y aquellos productos alimenticios destinados a una alimentación especial disfrutan de otras disposiciones específicas.
El valor energético de los alimentos debe estar expresado tanto y primero en kilojulios (kJ) y después en kilocalorías (kcal). Para quienes no estén tan metidos en el tema nutricional decir que son dos unidades de medidas para cuantificar la energía, viene a ser algo parecido a cuando tuvimos el cambio de moneda en nuestro medio. Los precios de los productos estuvieron en pesetas y en euros una época antes de dejar sólo el precio en euros. Aunque en general hemos sido bastante reacios a medir en kilojulios. Vale la pena recordar su equivalencia: 1 kilojulio = 0,24 kilocalorías.
Como he dicho el valor energético y las cantidades de nutrientes se expresan referidas a 100 g o 100 ml, pero también pueden estar expresadas por porción o por unidad de consumo junto a la información nutricional, a condición que en la etiqueta se explique cuantitativamente qué supone una porción o la unidad que se utilice y el número de porciones o de unidades que contiene el envase.
Lógicamente, no es posible que los alimentos contengan siempre los niveles exactos de nutrientes que manifiestan las etiquetas, ya que debido a las variaciones naturales y las derivadas de la producción y del almacenamiento pueden diferir. El contenido en nutrientes de los alimentos no debe diferir sustancialmente de los valores etiquetados para no inducir a error a los consumidores. En general, las comprobaciones realizadas hacen que estos valores sean fiables permitiéndose discrepancias que no superen un 15%. En sustancias cómo azúcar, grasas y sal del 20%.
Por otra parte, también podemos encontrar otras maneras de darnos más información. Por ejemplo la siguiente representación nos informa que por porción de consumo cubre el 6% de las necesidades energéticas sobre la ingesta media de un adulto medio (2.000 kcal).
Bueno, ahora sólo queda buscar una lupa y practicar. Acostumbrarse a leer etiquetados no solo evitará sorpresas como consumidor sino que estoy seguro que ejerce un efecto pedagógico que ayudará a mejorar nuestra alimentación.
Soy comprador habitual de suplementos alimenticios y me gusta que su composición sea 100% natural, en medida de lo posible, igual que cuando compro cualquier tipo de alimentación. Por eso me decanto por suplementos orgánicos, libres de pesticidas, fertilizantes sintéticos o ingeniería genética (OGM). Además, los estándares orgánicos previenen el uso de aditivos artificiales (colorantes, saborizantes, conservantes...)
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