Las alegaciones o declaraciones de bondades nutricionales
han sido objeto de uso y abuso por parte de algunas empresas de productos
alimentarios. Tal como se estaban precipitando los acontecimientos, muchos
alimentos recordaban los elixires de los antiguos buhoneros y con tanta acción
hubieran requerido de un manual de uso. Ante todo ello, las autoridades competentes
han tenido que establecer un procedimiento que pusiera orden en este
desconcierto y acreditar la veracidad de las afirmaciones que destacaban los
etiquetados de los alimentos.
El pasado 25 de mayo, se publicó en el Diario Oficial de la
Unión Europea, el Reglamento por el que se estableció la lista de alegaciones sobre propiedades saludables permitidas en los alimentos
que entrará en vigor antes de que acabe el 2012. Fueron unas 45.000 solicitudes
las que iniciaron el proceso, se aceptaron para su análisis 4637, y quedaron
finalmente en 222 las declaraciones definitivamente permitidas por el
reglamento. Estas se refieren a:
-la función de un nutriente u
otra sustancia en el crecimiento, el desarrollo y las funciones corporales,
-las funciones psicológicas y
comportamentales, y
-el adelgazamiento, el control de
peso, la disminución de la sensación de hambre, el aumento de saciedad o la
reducción del aporte energético de la dieta nutrientes esenciales, vitaminas o
minerales necesarias para el correcto funcionamiento y desarrollo de diferentes
funciones fisiológicas.
Muchas han sido las alegaciones que se han rechazado pero no
todas han tenido la misma repercusión mediática. Si desde hace años y de forma
persistente la publicidad de algunos productos ha hecho bandera de supuestas pretendidas
acciones tras los filtros establecidos por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) intentan que las aguas deberan volver a
su cauce. Que ya lo decía mi abuela: ¡Cuanto más alto subas más grande será la
caída! Y este es el caso de una de las bacterias más famosas del universo: el Lactobacillus
Casei, componente protagonista de alimentos
tan populares como: Actimel (Danone), Leche fermentada con L-Casei (Hacendado,
Auchan), NaturLínea Yogur y otros, que seguro se me escapan.
Quizás estamos pensando en que la historia del
“bichito que parecía aumentar nuestras defensas” es reciente, pero hemos de
remontarnos casi 80 años para rastrear sus ancestros. Fue en Japón, en 1930,
cuando el señor Shirota descubrió el L. Casei al que bautizó como “shirota”,
creando la empresa Yakult. Esta no es una
empresa de yogures sino de bacterias, que con la finalidad de investigar
diferentes usos para las bacterias, comercializa las mismas como bebidas,
cosméticos o medicinas. Su producto estrella de Yakult es el “Yakult estándar”, que allí se entiende
como una bebida con prebióticos y no como un lácteo, que viene en un pequeño botellín.
Presentación que ha marcado estilo. Los probióticos son alimentos que contienen
microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas,
promueven beneficios en la salud del organismo huésped.
En Europa, a Danone se le ocurrió la idea (muy exitosa) de
entremezclar su negocio de yogures con los L. Casei. Y también con grandes
campañas de publicidad. Incluso sus mensajes sugerían que beber una unidad
diaria de su producto era casi una necesidad para “ayudar
a recobrar la barrera de las defensas”.
Tan “seguidos” por
unos, a la estrella de las estrellas le llegó el ataque furibundo de “sus
opositores” y aparecieron los hoax o bulos divulgados por internet. Y es que
las redes sociales tienen hoy gran importancia e impacto mediático. Yo al menos
les conozco dos crisis. Una, de
mediados del 2007, donde una serie de correos electrónicos fueron enviados
afirmando que el lactobacillus “generado
normalmente por el organismo, cuando se le suministra externamente (Actimel)
por un tiempo prolongado, el cuerpo dejaba de elaborarlo y paulatinamente
“olvidaba” que debe hacerlo y cómo hacerlo, sobre todo en personas menores a 14
años”. Otra más reciente (yo la he
recibido por correo electrónico hace apenas un
mes) hace referencia a un artículo editorial de la revista Nature Reviews
Microbiology titulado Probiotics and obesity: a link?
en septiembre de 2009. La Asociación Española de Dietistas-Nuricionistas ha
emitido un comunicado analizando las
afirmaciones de este hoax.
Volvamos a las alegaciones. ¿Os habéis percatado que hace un tiempo estas bacterias perdieron su
segundo apellido (imunitas o defensis)? Al amparo del mencionado reglamento
ya sabemos que los L Casei no han recibido ninguna alegación autorizada entonces
¿cómo es posible que estos productos sigan luciendo reclamos sobre que “ayudan a
mejorar las defensas”? La solución la tiene un pequeño asterisco en la etiqueta
de los mismos que da paso a la siguiente información clave. No es la bacteria a
quien se le imputa la acción sino que gracias a su enriquecimiento en vitamina
B6 ha sido como puede seguir luciendo este reclamo. “La vitamina B6 contribuye al normal funcionamiento del
sistema inmunitario. Se recomienda el consumo de una unidad al día que
ACOMPAÑADO de una alimentación variada y equilibrada y un estilo de vida
saludable pueden aportar al menos el 15% de la CDR en vitamina B6”. Tras años de propaganda este cambio tan importante
como imperceptible ha supuesto un verdadero contrabando de mensaje al
consumidor.
Reconozco que contra gustos no hay nada escrito y cualquiera
puede tomar este alimento simplemente “por que le gusta” pero si su motivación
es “aumentar sus defensas” debe conocer que estará pagando por la piridoxina un
precio muy elevado simplemente por ir vehiculizado a través de un alimento de
“prestigio”. Debemos saber que podríamos obtener los mismos beneficios con
otros alimentos ricos en vitamina B6 menos
caros. Y en tiempos de crisis esta información nutricional es relevante.
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