domingo, 21 de septiembre de 2014

El mejor suplemento es tu alimento

El organismo es incapaz de sintetizar algunas sustancias indispensables para la vida, por ello debe de extraerlas de los alimentos. La ciencia ha sido capaz de identificar estas sustancias, aislarlas, copiarlas y prepararlas. Esto ha posibilitado que podamos encontrarlas como cápsulas, sobres o comprimidos efervescentes. Las vitaminas, minerales o antioxidantes los podemos encontrar en farmacias, parafarmacias, herbolarios y supermercados.

Estas vitaminas y/o minerales “envasadas” han sido objeto de diferentes usos y controversias. Linus Pauling, el doble premio Nobel (de Química y de la Paz) preconizó la utilización de dosis altas de vitamina C para la prevención del resfriado y la usó en pacientes con cáncer y cardiopatía. Todavía sigue viva la polémica entre sus teorías y los estudios científicos. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, el consumo de este grupo ha sido utilizado, con más convencimiento que evidencia, para cuadros tan inespecíficos como la falta de energía o como placebo (bajo el aforismo “mal no puede hacerle”).


Pero no siempre “algo es mejor que nada”. No podemos pensar que estas sustancias son inocuas. Paracelso hace más de cuatrocientos años nos avisaba cuando decía que “dosis sola facit venenum” (Sólo la dosis hace el veneno). 

Los suplementos son una forma de proporcionar vitaminas, minerales y antioxidantes al organismo fuera de su vehículo natural, el alimento. Cuando estos nutrientes llegan al organismo a través de alimentos, vienen integrados como un conglomerado de componentes nutrientes y otros que, aún no siéndolo, son de gran interés (sustancias bioactivas). Como ejemplo de estas otras sustancias podemos poner a los isotiocianatos de las coles, los carotenoides de las zanahorias o los flavonoides del vino tinto. Y es que los estudios evidencian que la acción conjunta de nutrientes junto a los fitoquímicos es mayor que la imputada a una vitamina, mineral o antioxidante “envasado”. Así el consumo de tomate (mejor aún como salsa) está asociado a una disminución del riesgo de padecer cáncer de próstata, protección que está cuestionada cuando se aíslan los licopenos y se ofrecen encapsulados como suplementos, y eso aunque se les haya reconocido la capacidad de reducir el estrés oxidativo. Algo parecido ocurre cuando se compara la ingestión de zanahorias con la ingestión de carotenos tomados como complementos nutricionales
, en relación al cáncer de pulmón.

Uno de cada 6 adultos de nuestro entorno toman habitualmente complementos minerales, vitamínicos o mixtos. Su fe en ellos hace que se tomen de forma continua durante periodos largo de tiempo.


Un estudio de revisión llamó mi atención sobre el uso (abuso) de los suplementos nutricionales y de los antioxidantes. Evaluaba habían la administración de cápsulas de beta-carotenos, vitamina A, vitamina C, vitamina E o selenio (solos o en combinación) frente la administración de sustancias inertes o la no intervención para explora y medían su efecto sobre la mortalidad. Sus conclusiones resultaron preocupantes. Los complementos antioxidantes no sólo no mostraron efectos beneficiosos sobre la mortalidad. Es más, la toma de suplementos antioxidantes con betacarotenos, vitamina A y vitamina E, en prevención primaria o secundaria, aumentó el riesgo de muerte. Y todo ello sin haber demostrado evidencia de que el uso de los suplementos de antioxidantes tenga efecto algunos para la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Sólo se salvaron los suplementos de vitamina C y de selenio (en los estudios mejor diseñados) que no presentaron relación en ningún sentido. 

Los humanos presentamos no sólo “fecha de consumo preferente”, dado que estamos abocados al envejecimiento, sino que además tenemos nuestra “fecha de caducidad” como resultado del estrés oxidativo. Y así durante mucho tiempo, cuando oíamos el término antioxidante parecía ser sinónimo de bálsamo o equivalente de antienvejecimiento e ¿inmortalidad? ahora nos damos cuenta que su uso puede llegar a ser peligroso.



A la luz de los hallazgos descritos deberíamos plantearnos, ante la posibilidad de usar (abusar) estos complementos envasados sino sería más pertinente seguir recomendando la saludable bondad de una dieta variada con su coherente disfrute de olores, texturas, gustos y colores. De acuerdo con lo expuesto, el uso de los complementos debería reservarse a aquellos individuos que presenten carencias puntuales. Así evitaríamos los posibles riesgos colaterales de su empleo indiscriminado y sólo cuando sea imposible aportar estos nutrientes mediante una dieta variada y equilibrada. Además los antioxidantes deberían ser considerados como medicamentos y ser sometidos a una evaluación suficiente antes de su comercialización.

2 comentarios:

  1. Excelente post, estoy totalmente de acuerdo contigo.

    ResponderEliminar
  2. En condiciones corrientes de vida, nuestra salud depende en el 95% de nosotros mismos y el 5% de la medicina. La alimentación es primordial, en las condiciones explicitadas aquí. Utilizar alimentos naturales variados, de cada estación, sin conservantes ni agregados. Desayuno, almuerzo, merienda, cena y una colación, en raciones moderadas y a gusto de cada uno.

    ResponderEliminar

Anímate a compartir tus opiniones sobre este tema.