Esta entrada participa en la 2ª Edición del Carnaval de Blogs de Nutrición.
Hablar de física cuántica sólo se permite a unas pocas personas. Si el tema es mecánica puede ser que tengamos opiniones de algunas más. En abordar la música todos podemos comentar nuestros gustos. Diferente es si el asunto fuera tocar un instrumento, muchos los hacen sonar aunque algunos menos conocen los secretos musicales. Pero cuando el aspecto a considerar es la alimentación o la nutrición las ideas fluyen de todos los contertulios. No importa su condición. Unos lo hacen con conocimiento, otros por cultura, algunos por práctica y los más porque desde el nacimiento estamos degustando alimentos.
Desde el aforismo de Hipócrates "que el alimento sea tu medicamento" todos hemos depositado nuestras expectativas en los alimentos. A los alimentos les reconocemos propiedades, virtudes o limitaciones que no sabemos a ciencia cierta porqué las asumimos tan asertivamente. Que si las espinacas tienen mucho hierro o las nueces son buenas para el cerebro. Que si tal o cual alimento engorda o por el contrario adelgaza o si el agua, sin calorías ella, es capaz de engordar según cuando se ingiera. La alimentación que parece ser el nuevo crisol de la piedra filosofal "de la salud" debe ser tamizada para su utlización racional al conocimiento científico.
Mitos, mitos y más mitos. Los mitos son historias de las que no se cuestionan su veracidad y que con cariz casi mágico se convierten en cotidianas y son "sabiduria" compartida por un grupo importante de indviduos. Hay mitos antiguos: "el melón por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche mata", otros que son muy sensuales como el carácter afrodisíaco de algunos alimentos, y algunos imbricados en nuestra cultura religiosa: "todo lo que me gusta o engorda o es pecado". Y no me cabe ninguna duda de que los hay repletos de paraciencia: "según sea tu grupo sanguíneo debes tomar o evitar ciertos alimentos". Los mitos como las leyendas humanas persisten en el colectivo porque puede ser que nadie se haya molestado nunca en cuestionarlos.
Sólo existe un buen antídoto ante tanta "mitomanía": la nutrición basada en la evidencia. No se trata de leer cualquier artículo científico o los comentarios de cualquier revista de divulgación, sino de revisar metodológicamente los artículos con una actitud crítica para poder contestar la pregunta formulada. Quiero llamar la atención sobre el callado y valioso trabajo que muchos profesionales realizan cual ratones de biblioteca, leyendo y analizando artículos. Valga mi reconocimiento, por ejemplo, al Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la AEDN el cual cuenta con Julio Basulto, el cual me honra con su amistad, que junto a Eduard i María entre otros realizan su concienzudo trabajo.
Pues bien, hace apenas un mes la prensa se hizo eco de un estudio que, según algunos periodistas, demostraba que el consumo de chocolate tenía relación con la cantidad de premios Nobel que generaba un país. ¡Lo habéis leído bien! Se trataba de un estudio que relacionaba el consumo medio anual de chocolate (kg/año/persona) en los países con el número de premios Nobel por 10 millones de habitantes que recibieron este honor hasta el 10 de octubre del 2011. Conclusión: Existía una correlación significativa (coef=0,791; p-valor: 0,0001) cada 0,4 kilogramos de más se incrementaban los galardonados. Como entenderéis si sacamos de contexto los estudios o si no contemplamos sus limitaciones se pueden crear titulares tan sorprendentes como: "Comer chocolate aumenta tu probabilidad de ganar un premio Nobel" o "Secret to winning a Nobel prize: Eat more chocolate!" Dicho así ¿para que invertir en educación? Propongamos la subvención o gratuidad del cacao.
Franz Masserli, autor de esta nota ocasional, publicada en el N Eng J Med, nos avisaba así de explícito: "De acuerdo, una correlación entre los ejes X (consumo chocolate) e Y (premiado) no prueba causalidad pero indica que o bien X influencia a Y , Y influencia a X o bien que X e Y son influenciados por un mecanismo subyacente común".
Franz Masserli, autor de esta nota ocasional, publicada en el N Eng J Med, nos avisaba así de explícito: "De acuerdo, una correlación entre los ejes X (consumo chocolate) e Y (premiado) no prueba causalidad pero indica que o bien X influencia a Y , Y influencia a X o bien que X e Y son influenciados por un mecanismo subyacente común".
Frívolos argumentos para crear, sino se profundiza más, lo que podría ser el embrión de un posible mito. Bien diferente hubiera sido anunciar como titular en prensa algo parecido al siguiente: "Los países con mayor consumo de chocolate en el mundo, insólitamente tienen la mayor cantidad de premios Nobel per cápita".
Refrescando la memoria os bajo el trailer del film basado en la novela de Laura Esquivel "Como agua para chocolate". Buen texto, mágica película.