lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuando algunas imitaciones no son modelo de nada


Llevamos al menos 10.000 años consumiendo bebidas alcohólicas fermentadas (vino, cerveza, sidra…) e imagino que los mismos, debatiendo sobre sus efectos para la salud, aunque eso sí con diferente evidenciaPorque el alcohol etílico es a la vez elixir y veneno, dependiendo de la dosis consumida. Una reflexión sobre esta doble naturaleza del etanol ya la hicimos en otra entrada a este blog (Dr Jekyll y Mr Hyde).
Esta semana pasada nos han adelantado algunos datos de la última encuesta Escolar sobre Drogas (2012-2013) del Ministerio de Sanidad, sobre la relación entre los menores y el alcohol. Me preocupa que: 3 de cada 4 escolares haya consumido alcohol en el último mes; 1 de cada 3 de los menores se emborrache cuando sale de marcha y que casi la mitad (40%) de los menores que bebe, lo hacen en forma de atracón. Y especialmente destacable es la percepción de riesgo, ya que la mitad de ellos considera que tomar 5 o 6 copas un fin de semana no tiene ninguna consecuencia.
Y cuando con estas reflexiones andaba pensando, he encontrado que  nuestra inducción y tolerancia al consumo de alcohol es grande y poco valorada. Llegan las fechas navideñas y en las cadenas de supermercados y las grandes superficies cualquiera puede encontrar imágenes como las siguientes:

Los  expertos olfatean nuevas formas de inducción al consumo y  aplicando el principio de que no existe consumidor más fiel y vehemente que los niños, se va creando toda una linea de “bebidas para fiestas infantiles": todo un rito de introducción. ¡Vamos! que trabajan adecuadamente la creación de necesidades, de consumidores y de lo que podríamos llamar "alcoholófilos" (que no, necesariamente, alcohólicos).
En este primer ejemplo los encontramos ubicados en una sección ¿neutra? de una marca de chocolates. (No se si guardan ninguna relación comercial alguna).

Pero el colmo de la ignorancia (?) o de la mala intención(?) es colocar este tipo de bebidas junto a los cavas. ¡Toda una insensatez donde las haya! (o ¿estrategia comercial?)

Incluso podemos leer en su web reclamos como: "Presentada en una colorida botella para descorchar y brindar".  Con ello los niños pueden asociar el consumo (no perjudicial) de estas bebidas sin alcohol al del champán, reforzados por la similitud de los envases y de la propia denominación. Esta publicidad pueden ayudar a iniciar a los menores en el consumo de alcohol y, además, a relacionarlo con la diversión. 

Este tipo de incoherencias o doble moral  ya las hemos sufrido históricamente con aquellos cigarrillos de chocolate que hacían "normal" en el vocabulario de juego el uso de estas "chuches". No resultaba extraño el ofrecimiento lúdico y social de un niño a otro: "¿Quieres un cigarrillo?". Ahora lo podemos trasladar al "¿Quieres una copa de "champ…n"?


Y es lo que tiene la tolerancia con las drogas legales. ¿Alguien imagina la que se armaría si se vendiera jeringuillas de juguete para pseudo-inyectarse bajo la lengua aunque fuera  una solución de sacarosa? El juego podría ir acompañado del rol socializador "¡Te invito a un pico! ¿Hace?"

Ya se que parece tremebunda la comparación, pero basta contar los problemas de salud y muertes causados por las drogas ilegales y compararlas con las producidas por aquellas cuyo negocio y uso se ampara en la legislación vigente, para que la pongáis en su sitio. 

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