martes, 26 de marzo de 2013

¿Más listo que el hambre?


Tomado de http://www.flickr.com/photos/mariajesusmay/4855979650/

"Es más listo que el hambre" es una expresión que viene a ser sinónimo de “muy listo”. Popularmente nada hay que haga aguzar más el ingenio que el hambre,  quien la sufre, utiliza todo tipo de argucias para vencerla. Pero acabo de leer un artículo y el dicho me parece un buen contrapunto, para  argumentar ante esta aparente paradoja. Y digo aparente porque no es lo mismo pasar hambre sin querer que ser un malcomedor pudiendo hacerlo de forma adecuada.

Y es que no hace mucho se ha publicado un estudio español en The OpenNutrition Journal, que analiza las peculiaridades de los niños malcomedores y su relación con algunos problemas cognitivos.
Como niños malcomedores se definió a aquellos que ingerían menos de un 65% de las cantidades diarias recomendadas de entre 4 y 6 grupos de alimentos (carnes, verduras, frutas, lácteos, carbohidratos y legumbres). En la población general se estima que entre un 20 y un 60% de los niños son malcomedores, y, según los pediatras, ésta es una de las quejas más habituales de los padres.

Se establecieron las características de estos niños: son los que comen de forma más lenta, tienen más deseos de beber, sensación temprana de saciedad, menor disfrute de la comida y comportamiento caprichoso, tanto en la alimentación como en otras facetas.
En cuanto a las repercusiones sobre los niveles de atención, los resultados reflejaron claramente que los malcomedores, de entre 4 y 6 años, tenían un nivel de atención significativamente bajo respecto a aquellos que comían saludablemente y esa diferencia se incrementaba hasta un 50% con la edad, de tal forma que más de la mitad de los malcomedores de 5-6 años puntuaban más bajo en los niveles de atención.
En el ámbito familiar, se comprobó que en más del 50% de las familias con niños malcomedores se crea una especie de círculo vicioso donde los padres se irritan porque el niño no come y el niño, a su vez, persiste en su comportamiento como reacción a la actitud de los padres: Todo ello propicia un ambiente que, lejos de solucionar el problema, hace que se cronifique en el tiempo.

Y ante este artículo me viene a la mente el libro de Julio Basulto, recientemente publicado: “Se me hace bola. Cuando no comen como queremos que coman”, editado por DEBOLSILLO clave. Que quiere incorporar dentro de los hogares un patrón de dieta sana para que los pequeños aprendan con el ejemplo.
Cinco capítulos y 11 anexos para intentar contestar preguntas tan simples como las siguientes: ¿Qué hacer cuando nuestro hijo come menos de lo que querríamos? ¿Crece porque come o come porque está creciendo? ¿Debemos demorar la incorporación de alimentos potencialmente alergénicos? ¿Cómo lidiar con la atractiva y omnipresente oferta de alimentos superfluos y procesados? ¿Qué hacer para prevenir la cada vez más frecuente obesidad infantil? Un buen recurso a consultar.

Hace unos 30 años un programa de TV: "Con la manos en la masa" logró interesarme en la cocina. No recuerdo, sinceramente, el programa pero si la sintonía de Vainica doble y Joaquin Sabina que lo identificaba.

1 comentario:

  1. Siempre fui un niño flacucho y mal-comedor. Otra de las infinitas cosas que tengo que agradecer a mi madre es que me sacase adelante y me hiciese comer.

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