El Dr Jose Enrique Campillo Alvarez,
basado en la corriente médica
evolucionista o medicina Darvinista nos cuenta (El mono obeso) que desde hace 200.000 años al
menos, nuestra dotación genética permanece inalterable. Y es que el primate que
se convirtió en el mono desnudo se distingue del chimpancé en tan sólo un 5% de
su carga genética. Según a quién dirijas tu mirada ¡tan diferentes o tan
iguales!
El mono se desnudó y bajó del
árbol. Su nuevo hábitat, sus condicionamientos fisiológicos y su evolución ha
tenido que llegar a un entendimiento que ha hecho de este animal un ser
peculiar: sólo él, los chimpancés y las cobayas requieren ingerir vitamina C
del exterior para satisfacer sus necesidades; sólo el y algunos primates
carecen de uricasa y son capaces de acumular cantidades importantes de ácido
úrico; sólo él ha liberado sus manos para poder deambular transportando lo que
necesita. Y al poner los pies en el suelo, su alimentación frugívora se tuvo
que adaptar a un nuevo repertorio de alimentos, aunque para ello (la recolección
y la caza) tuviera que desplazarse e invertir una gran cantidad de energía para
conseguir, ni más ni menos, que más energía, proteínas, hidratos de carbono y
grasas. Mucho más tarde, cuando fue capaz de dominar la tierra (agricultura) y
algunos animales (ganadería), ancló los cimientos de las poblaciones, de la
civilización y como no, del sedentarismo. Y con estas circunstancias, cercanía de los alimentos, innecesaria
inversión energética para su consecución y la capacidad fisiológica de poder
convertir la fructosa (azúcar de las frutas) en grasa, el mono desnudo se
transformó en un mono obeso.
No han sido los genes los que han mutado sino que el ambiente dónde está inmerso el hombre ha pasado de ser hostil a ser incompatible con su capacidad de adaptación a las crisis alimentarias. Y de esta forma, si la historia del hombre ha sido una historia de hambre, la epidemia de ahorro energético concretada en nuestro cuerpo como obesidad ha estado determinada, entre otros, por el ambiente obesigeno que nos envuelve. Bastan dos ejemplos para entendernos. Los estudios epidemiológicos evidencian que la presencia de supermercados con disponibilidad de fruta, hortalizas y verduras o la cercanía a los mismos, se relacionan con un menor índice de masa corporal medio en esas poblaciones, sobre todo si su nivel socioeconómico es bajo. Por el contrario, se encuentran índices de masa corporal medios más elevados en las poblaciones que presentan una agregación o concentración importante, por unidad de superficie, de restaurantes de comida rápida (fast foods) y de tiendas de conveniencia (abiertas 24 horas). Si quieres conocer tu índice de masa corporal accede a esta calculadora de la Sociedad Española de Estudios de la Obesidad (SEEDO).
¿Sabías que con la aparición del mando a distancia el ahorro energético anual por individuo se ha estimado en 700 kilocalorías? Esto viene a significar un acúmulo de 150 g/año de grasa en nuestro cuerpo.
Excelente libro. Interesante entrada.
ResponderEliminarComo bien dices el libro es muy interesante y nos da claves para entender nuestra relación con la alimentación. Estos días el mismo autor está presentando un nuevo trabajo sobre dietas, el mismo Campillos dice que pertenece a la serie "indignados". Gracias por tus comentarios.
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